Ana Tapias(todos los derechos reservados)©
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“Orgullo y prejuicio" pertenece a Jane Austen(1775-1817)
cuenta con 500 páginas. He sucumbido a esta novela, que no quiero terminar. La
grandeza de un libro reside, en que siempre viaje contigo; y este libro lo
hará; incluso necesito que adorne mi mesilla de noche; para que sea una noble
compañía, a mi atuendo mundano de lectora del siglo XXI; que se ha colado en el universo Austen, de
propiedades vinculadas; de mujeres, cuyos modales son el cimiento de matrimonios
de conveniencia, que les auguran una vida de comodidades; de cartas, que emiten sentimientos; unas
veces dichosos, otras atormentados por la necesidad de sobrevivir a la
dictadura, de una sociedad, donde la mujer es un espejo sin pensamiento; de la que se habla; de la que se comenta; de la que se narra sus
pretendientes. En mi altar de palabras, rezaré Elizabeth y Darcy, quienes
envejecerán en mi corazón
“ La voz del amo” pertenece a Stanislaw Lem(1921-2006) cuenta con
297 páginas, cargadas de intensidad, de sesudas reflexiones, de aventuradas hipótesis;
que me ha sido imposible de leer, debido
a su aguda e incisiva intelectualidad, que no ha logrado que mi fantasía se
adentrara en su escritura; más apta para
un científico o un lector con altas capacidades, que para una persona simple
como yo, que busca en cada lectura
dejarse llevar hacia otra realidad donde ser uno más.
“Otoño” pertenece a Ali Smith( 1964) cuenta con 223 páginas, fáciles de
leer, asequibles para lectores despistados, entregadas al mundo de la
protagonista; quien sube y baja con los
recuerdos, para aterrizar en la realidad: donde se mece sin miedos; acogida por sus deseos; invitada a ser la
madre de su madre y de su vecino, que se desdibuja en una cama de una
residencia, que es el espacio del silencio. Me encandila esta autora y sus
historias, volveré a ella.
"Teatro 1989-2014", pertenece a Juan Mayorga(1965) cuenta
con 763 páginas, y 20 obras de teatro, junto un epilogo titulado" Mi padre
lee en voz alta", donde Mayorga recuerda
cómo empezó a leer gracias a su padre, maestro, cuya voz, vive en cada obra de
Mayorga; que hay que leer sin prisas, con detenimiento, con entusiasmo, con
respeto, hacía un autor, que viaja en el tiempo, que crea arquitecturas para
pensar, que siente el momento para inmortalizarlo. Nunca terminaré de leer este
libro, pues siempre lo buscaré para seguir soñando.