El Quijote lo empecé a leer con dieciséis años, y, lo terminaré cuando muera, pues vuelvo una y otra vez en busca de Alonso Quijano, el bueno. Castellano, viejo, que devoraba Libros de Caballería. Acabo hechizado por la justicia que aplicaban los Caballeros andantes. Cabalgaba con Rocinante por los campos silenciosos de la Mancha, hueros de honor. Llegó a una venta, donde un tabernero guasón le armó caballero. Un campesino, regordete, bonachón, cargado de refranes, fue su escudero hasta la muerte. Juntos caminaron sosegadamente por sendas, por veredas, por páramos; perdieron mil batallas; conquistaron la Insula" Barataria"; hablaron y hablaron hasta lograr convencer a las estrellas que los molinos de viento eran gigantes.
Ana Tapias
Ana Tapias
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